El 11 de febrero se celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia

La fecha fue establecida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para alentar la sensibilización sobre la brecha de género en el ámbito de la ciencia


Diana Maffía, Silvia Kochen y Dora Barrancos: mujeres que piensan la ciencia desde perspectivas de género

El Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia se celebra todos los 11 de febrero desde 2015. La fecha fue establecida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) generar conciencia sobre la desigualdad de género en el ámbito de la ciencia. En sintonía con este objetivo, algunas mujeres se propusieron como desafío disolver obstáculos y promover su integración plena y equitativa en el sistema científico. Entre ellas, Diana Maffía, Dora Barrancos y Silvia Kochen constituyen referentes indiscutidas, pioneras en la búsqueda de estrategias colectivas que permitan la realización y el reconocimiento de vocaciones científicas entre mujeres, sin que ello implique relegar otras experiencias vitales, la presencia en otros ámbitos y la persecución de otros roles, como ser madres, por ejemplo.

En esta nota publicada con motivo del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia el año pasado, Diana Maffía, Doctora en Filosofía, docente de grado y posgrado en universidades nacionales e internacionales, e investigadora del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género, recuerda que en 1994, cuando fundó la Red Argentina de Género, Ciencia y Tecnología (RAGCyT), sólo el 8% de las mujeres llegaban al escalafón más alto y advierte que la "meseta" de la carrera de las mujeres coincide con el período reproductivo. "Los 10 años más complicados de la trayectoria laboral son entre los 25 y los 35 -señala-. En esa etapa, hay que competir muchísimo y dedicarse con mucha intensidad al trabajo científico. La coincidencia con el período reproductivo de las mujeres hace que la mayoría postergue la maternidad o directamente no se la plantee". De hecho, en la década del 90, el 75% de las investigadoras superiores eran solteras, mientras que solo el 25% de los varones eran solteros. "Los varones no tenían que renunciar a una familia para dedicarse plenamente a la ciencia", indica Maffía.

En un artículo sobre la dimensión semiótica de las mujeres en la ciencia y la posibilidad de pensar en una epistemología científica feminista, Maffía sostiene: "Aunque la ciencia -tanto en su acepción antigua de conocimiento racional teórico, como en la moderna ilustrada basada en la confrontación experimental de los datos- ha sido una empresa casi exclusivamente masculina, siempre se ha ocupado de las mujeres como objeto de sus investigaciones. Y el resultado ha sido invariablemente una justificación para negar nuestra capacidad de pensar, y con ello de participar en los aspectos más valorados de la vida pública (la ética, la política, el conocimiento, la justicia). La expulsión de las mujeres en la ciencia (como en las otras construcciones culturales humanas) tiene un doble resultado: impedir nuestra participación en las comunidades epistémicas que construyen y legitiman el conocimiento, y expulsar las cualidades consideradas 'femeninas' de tal construcción y legitimación, e incluso considerarlas como obstáculos. No sólo las mujeres, por cierto, han quedado fuera de estas comunidades. Muchas masculinidades subalternizadas por una subjetividad hegemónica también fueron expulsadas (no hay más que pensar en varones indígenas y afrodescendientes para comprobarlo)".

Por su parte, en una nota publicada el año pasado, Dora Barrancos, socióloga, historiadora y feminista argentina, Investigadora Principal del CONICET y miembro de su directorio entre 2010 y 2019, sostuvo: "La participación de las mujeres en el conocimiento científico y tecnológico es… desde siempre", y destaca que, "si bien la Argentina es considerada una excepción, la mujer siempre tiende a ser una minoría. El agravante es la falta de reconocimiento de sus producciones". Sólo a partir de la segunda mitad del siglo XX, las contribuciones científicas femeninas son redescubiertas gracias al trabajo reciente de la historiografía y el aporte de las mujeres al desarrollo científico comienza a ser valorado. "Los estereotipos, los sesgos patriarcales, delimitaron, por un lado, cometidos científicos para varones y labores domésticas o 'propias del sexo' para la mujer", describe Barrancos; sin embargo, aclara que esto no impidió que exista un registro histórico de la persistente contribución de las mujeres en la ciencia y la tecnología.

Por su parte, Silvia Kochen, neurocientífica argentina, Investigadora Principal del CONICET y fundadoras de la RAGCyT, sostiene: "Una cuestión central en mi vida, seguramente porque desde que somos muy pequeñas a nosotras las mujeres, aun siendo muy chiquitas y a diferencia de a los varones, nos explican con mucha energía y lamentablemente bastante eficacia, fue discernir la importancia de elegir, 'escoger o preferir algo para un fin' (Diccionario de la Real Academia Española, RAE), la diferencia de optar, es decir 'escoger algo entre varias cosas, decidirse por una de las alternativas excluyentes. A medida que fui creciendo, hice un uso libre de la palabra elegir, para sentirme mas respaldada por la academia y con menos culpa, me aproveché de que no se menciona 'excluyente', y entonces la uso para elegir todo lo que quiero y/o puedo, o bueno casi todo. Y así cuando me proponían diferentes Opciones, yo Elegía, a veces de manera muy fácil, otras tremendamente difíciles. Esta estrategia de vida, me permitió no tener que responder a las opciones que me 'ofrecía' el sistema, la vida cotidiana, mis seres queridos. Y así fui eligiendo, y lo sigo haciendo. Y elegí ser mamá y ser científica, ser pareja y ser científica, tener una militancia política y ser científica, jugar pasear y ser científica, tener una activa vida social y ser científica y entre millones de 'opciones' mas que la vida nos va ofreciendo o quitando, sigo eligiendo, es decir elijo o intento elegir todo. Descubrí no hace tanto el placer enorme que me da filmar. Como siempre y de manera inevitable se acompaña también de dificultades, frustraciones, ansiedades, tristezas, enormes alegrías, autocensuras y libertades infinitas. Fue muy parecido al camino que inicié en mi adolescencia cuando elegí ser medica, y luego hacer neurología, y mas tarde desafiando los modelos hegemónicos del lado médico como del lado de lxs investigadores, incursionar en el mundo de las neurociencias, investigando sin dejar mi trabajo asistencial como medica. Y en ambos recorridos pude comprobar, disfrutar-padecer, que se va haciendo camino al andar… y que nunca ese camino se puede hacer en soledad, y menos sin el apoyo, en términos materiales, salariales, recursos humanos, recursos técnicos. Y sobre todo el acompañamiento de pares y superiores. Junto con el reconocimiento, sostén de las instituciones que nos albergan o que debieran hacerlo. Yo quiero participar en la construcción de un país soberano y equitativo, y para lograrlo se requiere del desarrollo de la ciencia y la tecnología. Es imprescindible contar con políticas públicas que además de garantizar los recursos necesarios para hacer ciencia, incorpore una masa critica de científicas y científicos en condiciones laborales dignas. Y entonces para lograrlo se debe dar participación a las mujeres, que somos la mitad del cielo. Estoy convencida de que nosotras además de aportar nuestro valioso trabajo, debemos disputar aún por los lugares de jerarquía que nos merecemos. Y es imprescindible incorporar la perspectiva de género, no solo para preservarnos y contar con recursos para defendernos de actitudes patriarcales, sino para ser mas felices en nuestra tarea cotidiana."

Por todo este camino recorrido y por recorrer, celebramos este importante día. Porque si bien los estudios recientes demuestran que el lugar de la niña y la mujer en la ciencia se vuelve más sólido e indiscutido, tal como señala Barrancos, "aún se percibe una opinión dominante acerca de que se trata de una actividad masculina. Las mujeres han avanzado en derechos dentro de la ciencia, pero hay que avanzar más". En los distintos campos, la enorme dificultad en el reconocimiento del aporte femenino a la ciencia constituye un desafío. Así como el registro historiográfico representa una herramienta fundamental, también lo son las acciones conjuntas de los colectivos sociales que impulsan las transformaciones necesarias para una ciencia más equitativa. Este día significa un recordatorio para garantizar la visibilidad y el reconocimiento del aporte de las mujeres a la ciencia, por su compromiso diario al servicio del desarrollo humano.