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INFORMACIÓN GENERAL
Redes, subjetividades y saturación: cómo se forma la opinión en estos tiempos libertarios
Especialistas plantearon cómo la ciencia puede aportar al dilema del comportamiento en la opinión pública. Cómo influyen la polarización, el hobbysmo político y la desintermediación.
Fuente: Tiempo Argentino, 25/5/24
Por Magdalena Biota
La experiencia contemporánea refleja una marca inequívoca: la sobreabundancia de información. La omnipresencia de pantallas y redes, sumada a la atomización de la vida social y un creciente individualismo, nos enfrentan a nuevos interrogantes: ¿cómo procesamos la información política? ¿Cómo formamos opiniones sobre la agenda pública?
En las burbujas de filtro que predominan actualmente, es frecuente exponerse sólo a información que confirme nuestras creencias. En este ecosistema escasean los matices y las opiniones políticas se polarizan. El oficialismo lo incentiva desde el discurso público y lo amplifica en las redes. Estos temas fueron abordados por especialistas de distintas ramas científicas en las V Jornadas de Fundamentos y Aplicaciones de la Interdisciplina de la Universidad Nacional de Luján (UNLu).
Javier Balsa, sociólogo e historiador, investigador principal del Conicet y director del Instituto de Economía y Sociedad en la Argentina Contemporánea de la Universidad Nacional de Quilmes, propone el interrogante: ¿cómo pudo ganar Milei? Fundando sus conclusiones en estadísticas y análisis de opinión que elabora junto con el equipo de investigación de SocPol (UNQ) en base a encuestas on line, destaca la consolidación de ideas neoliberales y autoritarias pero sugiere no solo mirar al espacio libertario, sino a lo que tuvo (y tiene) enfrente. Según los sondeos del equipo, “no había un núcleo progresista sólido que dijera: ‘No, Milei no’”.
Y subraya: “La articulación entre neoliberalismo y autoritarismo operó políticamente a través de la demonización del kirchnerismo”. Una estrategia que se acrecentó en la gestión de gobierno. Esta misma semana el presidente culpó al kirchnerismo de un supuesto intento de desestabilización junto a Pedro Sánchez en España. Curiosamente, el mismo kirchnerismo que no puede cohesionar su propio espacio a nivel local, sí puede orquestar (en el discurso de Milei) un intento de golpe al otro lado del océano.
«Eliminar al kirchnerismo»
Volviendo a las elecciones, en la dualidad de la coalición opositora (concentrada en LLA y el macrismo) y el kirchnerismo, «Milei se presentó como el único con un plan concreto (un ajuste rápido y profundo), mientras que se responsabilizó al kirchnerismo de quebrar al país y no garantizar los derechos y libertades básicas”, destaca Pablo Nicolás Fernández Larrosa, biólogo e investigador adjunto del Laboratorio de la Conciencia (Conicet).
El resultado de la operación fue óptimo: el 52% de los encuestados/as contestó que estaba “totalmente de acuerdo” con la idea de que “para sacar adelante a la Argentina, hay que eliminar al kirchnerismo”, con un 6% adicional que está «algo de acuerdo». Pero, ¿qué significa “eliminar” al kirchnerismo? Aparte de la violencia y el peligro contenido en la prescripción, está el objetivo político y cultural. Quitar símbolos, invisibilizarlo, proponerse como una «refundación», borrar antecedentes.
En términos concretos, a seis meses de gobierno, “kirchnerismo” es utilizado en lo discursivo y cognitivo para atacar a todo sector que no sea el propio. Y justificar la enorme avanzada contra el Estado. Desde la transferencia de recursos al privado, el fin de la obra pública o los despidos, hasta la falta de provisión de medicamentos oncológicos o el desmantelamiento del aparato científico y universitario.
En términos más amplios, «eliminar al kirchnerismo» significaría quitar derechos fundamentales como el acceso a la salud y al trabajo, a la vivienda y a la identidad cultural. ¿Cómo es posible que un alto porcentaje de la población avale este plan de crueldad y que parte de la población se mantenga en una situación de apatía, complacencia o complicidad? Entran en juego otros escenarios.
Subjetividades, opinión y objetos de frontera
En términos de subjetividad, las experiencias, las emociones y los valores intervienen en la toma de decisiones políticas. La pandemia (y las restricciones) marcaron un antecedente ineludible. No bastó con explicar las medidas como necesarias para proteger la salud pública: algunos las interpretaron como una intrusión injustificada en la libertad individual. Aunque se pusieran en riesgo políticas sanitarias.
De esas posturas reduccionistas en contraposición a las científicas, nació La Libertad Avanza. Un neoconservadurismo que centra su estrategia en la figura de un líder enfocado en la violencia, el aturdimiento y la saturación: todos los días un nuevo conflicto que impone la agenda. Mientras, decae lo colectivo. Si el ser social es un individuo atomizado, ¿en base a qué informaciones toma sus decisiones?
Hernán Gabriel Borisonik, politólogo parte del Laboratorio de Investigación en Ciencias Humanas (Conicet y la Unsam), y miembro de Ciencia y Pensamiento, aborda los efectos de los medios tecnológicos sobre la construcción de la subjetividad: “La aceleración de los medios digitales forma parte de un proceso de desintermediación (o más bien de ocultamiento de las mediaciones) y de desmaterialización (o de mayor velocidad y concentración material) unido a un declive en la capacidad de imaginar o concebir los medios técnicos y físicos involucrados en los intercambios”.
Para el investigador, las dinámicas en las plataformas digitales expresan las formas de concebir la información, la identidad y el poder: «La explotación del trabajo cognitivo está vinculada a la enorme manipulación por parte de unos pocos actores que logran establecer agendas y sugerir comportamientos».
“La inmediatez no espera ni tiene paciencia para permitir las discusiones necesarias para el consenso. Podemos ir más allá incluso, implicando a las neurociencias cognitivas: el resultado más probable de esa inmediatez en las discusiones y en la construcción de las acciones políticas es un hermetismo político–cognitivo, donde no se ponen a prueba las creencias personales o colectivas que se utilizan de anclaje para evaluar la realidad, profundizando así los sesgos cognitivos”, completa Fernández Larrosa.
En el manejo político de las ideas y la percepción pública, la construcción de hegemonías de opinión es clave. El gobierno apela a defenderse con el argumento de que “la sociedad” o “el 56%” lo apoya, como si en seis meses no hubiera cambiado. ¿Pero por qué en este contexto pareciera que la mayoría “no se moviliza”? Surge una concepción del politólogo norteamericano, Eitan Hersh, citado por Tomás Aguerre en Cenital: el hobbysmo político.
Hersh lo contempla como un concepto para definir el consumo y la participación en política a través del seguimiento obsesivo de las noticias y el «activismo de sillón», “sintiendo la necesidad de recibir todos los días un estallido político nuevo, de emociones, discusiones y debates, en su mayoría detrás de pantallas y con auriculares puestos. Estoy en buena compañía: este comportamiento representa a cómo la mayoría de los norteamericanos ‘involucrados políticamente’ pasan su tiempo en política”.
Redes, fake news y comunidades–burbujas
En medio de la saturación informativa y el conflicto permanente (siempre con «enemigos» nuevos que rotan, tanto internos como externos) que propone el modo de funcionamiento político del gobierno, las redes se vuelven el terreno ideal para llevar a cabo (y amplificar) el sistema ante audiencias «ideales» en tiempos de individualismo y «burbujas». Las plataformas digitales pueden canalizar la necesidad de inmediatez (en un sentido similar al de la sociedad líquida de Zygmunt Bauman): en una sociedad donde todo debe estar dado y ser inmediato, la profundización del conocimiento es remplazado por la ultra-síntesis digital. Como apunta Pablo Nicolás Fernández Larrosa, biólogo e investigador del Laboratorio de la Conciencia, del Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (IFIBYNE-Conicet y de la Facultad de Exactas y Naturales de la UBA, esto convierte a las nuevas tecnologías en canales ideales para diseminar información sesgada o directamente falsa (fake news), y amplificarla en comunidades-burbujas (conocidas en la academia como echo chambers), lo que ha sido asociado con mecanismos de manipulación política, sobre todo de partidos conservadores.
La psicopatía en los líderes
Jorge Armony es físico argentino especializado en neurociencias cognitivas, investigador en Douglas Mental Health University Institute y docente de psiquiatría de la Universidad McGill (Canadá). En su exposición fue elocuente al clarificar las cuestiones biológicas vinculadas con los comportamientos asociados a la dominación y la sumisión, uno de sus principales temas de estudio. En sus investigaciones, Armony indaga sobre cómo el cerebro detecta estímulos en el entorno y los interpreta como amenazas o peligros. Su objetivo es hallar los mecanismos neurales específicos asociados con esta función y qué influencia ejercen en otros procesos cognitivos como la conciencia, la atención y la memoria. Entre los métodos que utiliza se encuentran la resonancia magnética funcional, medidas conductuales y fisiológicas, así como mo del lado computacional. No sólo se centró en las bases neurales de la cognición social en personas a partir de los resultados de un estudio que midió variables cognitivas, posturales y neurológicas. Sostuvo que la dominancia social se encuentra en la base de la psicopatía.
«Si bien cuando uno piensa en un psicópata imagina un extremo patológico, lo cierto es que es un marcador continuo que permite caracterizar a la población general, completamente adaptada a la vida social, en función de sus decisiones morales (y no necesariamente se considera patológico en sí)», acota Fernández Larrosa. Por ejemplo, mediante el uso de técnicas de evaluación conductuales y medidas de rasgos de personalidad, la literatura específica comprobó que este rasgo se encuentra por encima de la media en la mayoría de los presidentes de los Estados Unidos y en personas que ejercen posiciones de liderazgo en empresas. En lo comportamental, este patrón se caracteriza por manifestar actitudes menos empáticas, lo que correlaciona con un menor nivel de conciencia corporal de las emociones y la activación de la amígdala, estructura cerebral central para procesar emociones como el miedo.