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SEMANA DEL CEREBRO
Bailar como síntoma: cuando la ciencia médica ayuda a develar aspectos del cerebro asociados con el ritmo y las danzas
Un equipo del CONICET y el Hospital El Cruce dieron a conocer el caso de un paciente de 21 años con epilepsia que durante las crisis presentaba movimientos rítmicos similares a una danza. Luego de realizarle estudios de alta complejidad pudieron detectar la región del cerebro afectada.
Por Magdalena Biota
La epilepsia danzante o baile ictal es una rara y enigmática forma de esta condición neurológica caracterizada por crisis que se manifiestan a través de movimientos con patrones complejos y rítmicos, similares a una danza. No son desencadenados por estímulos auditivos. Los pacientes que padecen este tipo de epilepsia bailan de manera involuntaria, y no lo hacen a partir de la música. Es relativamente infrecuente dentro del universo de aproximadamente 50 millones de personas en todo el mundo con este trastorno, que en un 80% de las veces se manifiesta en pacientes de países de ingresos bajos y medianos.
La epilepsia danzante permite preguntarnos acerca de aspectos del cerebro asociados con el ritmo y el baile.
Aunque es un subtipo relativamente poco común de epilepsia, proporciona una perspectiva única sobre la interacción entre el procesamiento sensorial, el control motor y la respuesta del cerebro al ritmo. El equipo de investigación de la Unidad Ejecutora de Estudios en Neurociencias y Sistemas Complejos (ENyS, CONICET-Hospital El Cruce-Universidad Arturo Jauretche) estudia este tipo de casos para comprender los fundamentos neuronales que subyacen. Mediante técnicas de neuroimagen funcional pudieron comprobar que la epilepsia danzante implica regiones cerebrales específicas. Estas redes están asociadas a la integración de movimientos muy complejos que llegan a formar un baile, y a las áreas neuroanatómicas que tienen que ver con comportamientos motores para llevar el ritmo con el cuerpo. El hallazgo arroja luz sobre la intrincada interacción entre la danza y el procesamiento rítmico en el cerebro humano.
“El caso nos llamó mucho la atención porque la forma en las que se manifestaban las crisis era algo poco frecuente: el paciente, un joven de 21 años, realizaba de forma involuntaria algo similar a una rutina de baile, elevando los brazos, haciendo un chasquido con la boca y realizando movimientos de la pelvis y el tronco, dando y saltos giratorios. Luego de las crisis, no recordaba nada, y sin tener formación previa ni interés por la danza o la música, el movimiento era siempre muy parecido”, explica Nuria Cámpora, neuróloga especialista en epilepsia, doctora en medicina, que trabaja en la ENyS y es integrante del Servicio de Neurociencias del HEC. Cámpora agrega: “Cuando se está frente a un caso de epilepsia refractaria, resistente a la medicación, una alternativa es la cirugía de epilepsia, que consiste en la extirpación de la región del cerebro donde se originan las crisis epilépticas. Para ello, se requieren estudios rigurosos sobre el comportamiento de la señal eléctrica de las neuronas que permitan identificar el lugar exacto donde se originan las crisis”.
Para determinar el origen de las crisis se llevan adelante una serie de estudios, como electroencefalogramas, resonancias magnéticas y otras técnicas por imágenes, y se realizan evaluaciones diagnósticas a nivel psicológico y cognitivo. Luego de estos estudios, el paciente es sometido a una videoelectroencefalografía (video EEG), que consiste en la colocación de electrodos en el cuero cabelludo para identificar cómo se activa la señal eléctrica mientras se realiza el registro fílmico del paciente para observar la manifestación clínica. “La video EEG nos aporta mucha información, pero a veces y por distintos motivos no nos da con precisión cuál es el lugar donde se originan las crisis. En este caso, además, por tratarse de una manifestación tan inusual necesitábamos otro tipo de comprobación, y por eso realizamos una estereoelectroencefalografía (SEEG), en la que los electrodos van dentro del cerebro, ubicados en distintos puntos que nosotros pensamos que podrían ser el origen de las crisis”, detalla Cámpora. Para el diagnóstico, el equipo contó además con material audiovisual casero que registraba los momentos de las crisis. Este material proporcionado por la familia fue útil para entender mejor la naturaleza de los movimientos. Con toda esta información, el equipo pudo determinar que el origen de las crisis convulsivas se producía en la parte anterior del lóbulo frontal. Con los resultados de estos estudios, el paciente fue sometido a cirugía para extirpar la zona de origen de su epilepsia sin comprometer áreas que podrían afectar aspectos funcionales significativos. Después de la intervención quirúrgica, las crisis epilépticas mejoraron. El paciente continúa el tratamiento con medicación y no presenta crisis hasta el momento.
El equipo de neurociencias, conformado por profesionales de la salud que además son investigadores del sistema científico nacional, logró caracterizar de manera precisa el origen de los síntomas tan poco frecuentes. Esto pone en evidencia que el estudio minucioso contribuye a sentar las bases de una atención médica de excelencia. Sumado a esto, es preciso destacar que la intervención se realizó en un hospital público, lo cual posibilita que cualquier persona que necesite este tipo de atención compleja pueda acceder al mejor tratamiento que la ciencia haya alcanzado al momento. “Gracias al conocimiento generado por un organismo público como el CONICET y en un hospital público, los pacientes pueden recibir tratamientos adecuados y mejorar su calidad de vida”, subraya la experta.
Para Silvia Kochen, investigadora principal del CONICET y Vicedirectora de la ENyS, este tipo de investigaciones clínicas son clave no sólo en materia de atención médica, sino como ventanas de conocimiento sobre el funcionamiento del cerebro. Por eso, “el estudio diagnóstico y terapéutico de la epilepsia en el ser humano, además de mejorar la calidad de vida del paciente contribuye al desarrollo de las neurociencias” . El caso fue recientemente publicado en la revista Epileptic Disorders.
Nuria Cámpora, primera autora del paper científico, estuvo en los estudios de C5N invitada por Desde el Conocimiento para hablar de la Semana del Cerebro y del caso de este paciente.
Las redes neuronales implicadas en la génesis de la epilepsia danzante o baile ictal siguen siendo objeto de investigación en curso, y una comprensión completa de cada caso depende de la variabilidad cerebral individual. En términos generales, es posible identificar mecanismos neuronales involucrados, que orientan en la caracterización del cuadro clínico. Entre estos mecanismos, se puede mencionar la actividad eléctrica en la corteza frontal y la corteza motora, responsables del control motor y el movimiento, puede generar movimientos involuntarios que se asemejan a un baile. Este tipo de epilepsia puede implicar también alteraciones en la integración sensoriomotora, que producirían que el cerebro el procese estímulos eléctricos y los traduzca en acciones motoras. Las redes neurales asociadas al procesamiento rítmico, y la capacidad de traducir la percepción del ritmo en patrones de movimiento, también pueden estar involucradas en este tipo de epilepsia.
Los mecanismos neuronales exactos pueden variar de una persona a otra, y el origen o etiología del baile ictal o epilepsia danzante no es uniforme en todos los casos, dada la alta variabilidad y plasticidad del cerebro, en especial en pacientes que presentan epilepsia desde una edad temprana. Se necesitan estudios minuciosos para poder identificar los circuitos asociados, y acompañar a los pacientes y sus familias durante el tratamiento.